domingo, 6 de junio de 2010

EL DESPERTAR por CLEBARR

Oscuridad.
Cuando desperté sentí nauseas, la cabeza parecía que me iba a explotar. Tenía la boca seca y el cuerpo no me respondía. No pude ni abrir los ojos. ¿Qué demonios pasó anoche? Parecía que me había pasado un tren por encima.
¿Y este calorazo inaguantable? Supuse que sería cerca del medio día y como dándome la razón, en ese momento sonaron unas campanadas y conté doce. Medio día del domingo. La llamada a misa.
Tardé un buen rato en disipar la nebulosa que flotaba en mi cabeza. Recordaba haber salido de la ducha moviéndome al ritmo de la música, chumba-chumba-chumba,…Sábado por la noche y solo en casa. Mi novia se había ido a Santander a visitar a sus padres y hasta el domingo por la noche todo mi tiempo era mío y solamente mío. Había quedado, como siempre hacía cuando me quedaba de Rodríguez, con los amiguetes que aún estaban solteros para tomar unas copas y corrernos una fiestecilla. No eran demasiadas las ocasiones en que podía salir con los amigos y la ocasión la pintaban calva. El fin de semana para mi enterito.
La música en mi casa tronaba a todo trapo: “God is a D.J. Chumba, chumba, chumba,…, piiiiiiiiiiiii…” y yo a lo mío: Ropa guapa, colonia como si la fueran a prohibir, aunque esta vez solo en la nuca, un último retoque al pelo con la mano para dar un toque informal… ¡y listo!
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¡Qué sed tengo! Otras veces cuando me despertaba después de una juerga monumental dejaba la nevera tiritando, pero la sola idea de comer me dio asco. Mierda. Cada día son más los garitos que ponen garrafón. Tampoco es que bebiera tanto, pero lo que bebí seguro que era matarratas de 40 grados. Aún así, hay que saber parar, así que Mía Culpa, supongo.
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Estaba en el bar de siempre con mi amigo Santiago, el “Ponte fuera” y el resto de la tropa. A Santiago le llamábamos así por la mucha querencia que tenía a molestar a cualquier cosa que llevara faldas cuando se pasaba con el cacique limón. Solía ocurrir que en menos que canta un gallo un portero con cara de pit-bull, se le encaraba amenazante: “A la próxima, payaso, te vas fuera”.
Me acerqué a pedir un par de copas para Santiago y para mí y fue entonces cuando me percaté. Una auténtica preciosidad sentada en uno de los taburetes de la barra me estaba mirando fijamente. Vestía un modelito corto de esos que me tanto me gustan, botitas de largo y estrecho tacón, rodillas y muslos bien a la vista. El modelito ajustaba además bastante bien. Las curvas que se adivinaban eran de infarto. El pelo negro y ondulado llegaba casi hasta la cintura. Pero lo mejor eran sus labios. Lucían carnosos, un poco a lo Angelina Jolie, rojos, intensos, deseables.
Desde que hace dos años me fui a vivir con mi novia, estaba totalmente fuera del mercado. Ya ni me acordaba como se estilaba eso del ligoteo, por eso me sorprendió que fuera ella quién me abordase.
- Hola, guapo. ¿Qué haces?
Tragué saliva y tardé un rato en contestar.
- Nada. Aquí estoy con un amiguete tomando una copilla, disfrutando del sábado noche, ¿y tú?
Ella me sonrió divertida. Al hacerlo dejó ver unos dientes blancos, nacarados, perfectos. Acercando su cabeza hasta mí, me susurró:
- Te estaba esperando a ti.
Solté una carcajada nerviosa. O esta preciosidad se estaba quedando conmigo, o definitivamente, esta iba a ser mi noche de suerte.
- ¿A mi? ¿Me habías visto ya más veces por aquí?
Ella me miró fijamente sin decir nada. Era tan intensa su mirada, que empecé a sentirme incómodo, ridículo. Estaba nervioso. ¿Asustado? Y es que nunca había sido muy ducho en las artes del ligoteo y además con semejante bombón…
Mi ya algo abotargado cerebro estaba pensando en algo original que decir, pero ¿el qué? Piensa maldita sea. Di algo, lo que sea. En esas estaba, cuando de repente el “Ponte fuera” apareció trastabillándose, tirándome los restos de su cacique encima y apartándome sin miramientos, la abordó.
- Hola guaaaaaaaaaaaaapa. ¿Sabes que soy mucho más divertido y más guapo que mi amigo? Además, yo estoy libre.
Ella, seguía con su mirada fija en mi. Sin molestarse si quiera en volver la cabeza, le espetó:
- Esfúmate imbécil. Esta noche sólo me interesa tu amigo. De hecho, estábamos a punto de irnos a otro sitio más tranquilo, ¿verdad?
Esa era toda la información que necesitaba. A pesar de que por un segundo el rostro de mi novia pasó por mi mente, avisándome de que podía meterme en un lío, no tardé nada en decidirme:
- Santiago, majete. Seguro que sabes volver solito a casa. No seas loco y cógete un taxi. Mañana hablamos.
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Pffffffffffffff. ¡Qué dolor de cabeza, de cuerpo y de todo! Seguía tumbado sin poder moverme. A medida que iba pasando el tiempo me iba encontrando mejor, pero la sensación de sed se iba haciendo inaguantable. Apenas ya si hacía calor, pero como la cabeza aún dolía un poco, permanecí quieto y esperé aún a levantarme.
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Estuvimos caminando bastante tiempo. Yo iba como hipnotizado a su lado, sin atreverme aún a tocarla. No quería precipitarme y echarlo todo por la borda. Ella me había prometido ir a un sitio más tranquilo, donde no nos molestaran. Allí esperaría mi oportunidad.
Cuando ya llevábamos bastante tiempo andando, empecé a impacientarme y a preguntarme si aquello sería una buena idea. Anita, mi novia era una chica estupenda y nunca me había dado motivos para querer estar con otra. Además, ¿dónde demonios vive esta mujer? Estábamos casi en las afueras de la ciudad. Apenas ya si se veían luces.
A punto de darme media vuelta, de decirla aquello tan manido de “Lo siento. Tengo novia y esto no es una buena idea…”, de repente, ella como si me leyera el pensamiento, se acercó a mi y poniendo sus frías manos en mi cabeza me besó.
Fue un beso intenso, agresivo. Su lengua recorría a la velocidad del rayo toda mi cavidad. Se movía implacable, absorbente, ansiosa. Como si ese momento fuese la culminación de toda una hazaña. Era rápida, sus carnosos y rojos labios besaban mi mejilla, su lengua lamía mi cuello,… Me sentí embriagado de amor, mareado de lujuria. En ese momento la hubiera prometido cualquier cosa, hubiera hecho cualquier cosa que me hubiera pedido…
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Por fin abrí los ojos. Ya me encontraba bien. De hecho, muy bien. Sorprendente y excepcionalmente bien. El sol hacía un rato que se había puesto y me sentí pleno de energía.
Sin ningún esfuerzo aparté la losa que estaba sobre mi cabeza y me incorporé. El cielo lucía espléndido. Una luna en cuarto creciente y una multitud de estrellas lo salpicaban aquí y allá, como los adornos de un árbol de Navidad. Al ponerme en pie, una jauría de perros ladró muy cerca. ¿O estaban lejos? No lo sé. Mis sentidos se habían agudizado. Los sentía casi dentro de mis oídos.
El cuello aún me dolía un poco. Noté un ligero escozor y un par de pequeñas hendiduras al pasar mi mano sobre él.
No me importaba. Sabía que a estas horas Ana ya habría vuelto de Santander y me estaría esperando en casa. Pensar en ella me excitó. Noté como mis colmillos crecían. Casi sin posar mis pies en el suelo abandoné el cementerio. Dentro de poco podría calmar mi sed.

6 comentarios:

  1. Me ha parecido un relato muy ágl y divertido en su desarrollo y sorprendente en su desenlace, cualidades muy valoradas por mí para un cuento.
    Muy agradable de leer.
    Además demuestras algo que yo creo y tú no, que tienes más creatividad dentro de ti de lo que piensas.
    Enhorabuena por tu escrito y muchísimas gracias por tu aportación de calidad para el blog, Clebarr (a ver si además sirves de modelo para que el resto de la peña se anime a participar con cosas propias).

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  2. Muy bueno Clebarr, me ha encantado, y el final totalmente sorprendente. Espero que sea el primero de muchos más.

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  3. Clebarr, ya sabes que siempre he admirado tu prosa barojiano-delibesca, y además siempre hay un par de golpes en tus relatos con los que me meo de risa. Esta vez con "Santiago ponte fuera". Por cierto, tengo mucha curiosidad por saber que fue del bueno de Santiago esa noche que se quedó solo y mamado en el bar. Tal vez nos lo puedas contar próximamente...

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  4. Aprendiz de brujo8 de junio de 2010, 12:02

    Muy buena Clebarr, si señor.Y una vez destacado tu buen hacer literario; tus guiños; tu imaginación y ese oportuno e ingenioso conejillo que te sacas de la chistera;yo que soy mucho más aficionado a Donde Estás Corazón que a la literatura, querría saber si fornicaste o fornicaste esa noche.Me has dejado en un sinvivir.
    Por cierto, -ahora que no nos oye nadie-, también me interesan tus fuentes de inspiración. Santiago Ponte Fuera, tengo muy claro en quien está basado; tu novia pece que también; pero el personaje que nos falta, ha salido de la nada?.O la última noche que salimos, esa que me fui antes que tú a casa y te quedaste con una veterana de colmillo retorcido ha sido tu musa...?.
    Dime algo, prometo no decírselo a nadie.

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  5. Escribes bien Clebarr, ha sido muy agradable leer tu historia. Gracias.

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