Por mucho que nos queramos,
en la vida no hay más tiempo
para darnos.
Y tras la muerte
ni amor, ni tiempo, ni nada,
seguramente.
(Jesús, ábrenos el cielo
a los que, entre duda y duda,
por un minuto creemos.)
Por mucho que tu amor sea
y tanto o más
yo te quiera,
nuestras bodas de platino
tendremos bajo la tierra.