viernes, 30 de abril de 2010

LAS HISTORIAS DE MACHO-MAN: PRELIMINAR


Los amigos de El Burdel de Apolo me proponen colaborar con ellos en su nuevo Blog. Yo les digo que no valgo para fabular, que no tengo imaginación para inventarme cosas, y ellos me contestan que puedo escribir lo que me dé la gana, que eso es, precisamente, lo que se espera de cualquiera que participe. Siendo así —continúo diciéndoles— lo único que podría contar que en algo resultara de interés (y quizás para muchos ni eso), serían cosas en torno a mis experiencias con ese ser enigmático y fascinante que es la mujer. Experiencias que, para bien o para mal, han marcado siempre el devenir de mi destino, erigiéndose en el eje fundamental sobre el que se ha volteado mi vida. No pretendo, ni mucho menos, rememorarlas todas (además, eso sería imposible) pero sí al menos algunas de las que dejaron una huella más profunda.
Como no podía ser de otra manera cuando se aborda la tarea de sojuzgar la memoria, muchos de los episodios de los que conservo un recuerdo más vívido corresponden a mis primeros tiempos como amante (o amado) y a ese periodo de iniciación del que uno sale siempre siendo lo que es. ¿Un Don Juan? Tal vez, pero sólo si pensamos que Don Juan no es nunca el seductor, sino el seducido; porque, de todas formas, la hembra es la que en última instancia elige siempre, aunque se prevenga mucho de hacer evidente su conquista y opte por ceder al macho los bártulos de la gloria. Lord Byron —que es, en mi opinión, y por encima del propio Casanova, el prototipo más representativo de Don Juan— confesaba que nunca en su vida había seducido a una mujer, y esto es algo con lo que, sin ser Byron (ni tampoco pretenderlo), me identifico plenamente. Y así trataré de evidenciarlo, manteniéndome fiel, mientras me sea posible, al criterio de la cronología.
Antes de que pueda juzgárseme como pretencioso por afrontar este intento de memorias íntimas sobre la base de la experiencia amatoria, conviene reflexionar sobre el hecho de que la vida —de por sí deslavazada— ha de aferrarse siempre a un hilo conductor, que en mi caso no es otro que el que comporta el sexo femenino. Sólo desde este centro de ebullición se suceden las ondas concéntricas de la anécdota vital que es la existencia.

Así pues, queridos amigos de El Burdel de Apolo, os agradezco la oportunidad que me brindáis de dejar escritas algunas páginas que inmortalicen ciertos momentos de mi biografía. Quizás nunca lo hubiera hecho motu proprio. Sin motivación de mayor grado que la de proyectar hacia el futuro la fecha de caducidad de mi propia memoria, aquí quedan para todos, por si a alguien resultaran de provecho, mis enseñanzas en el arte de amar. Eso sí, que nadie espere regularidad a la hora de acudir a mi cita con el blog. Los recuerdos son inquilinos mancomunados en la mente que a veces cuesta individualizar en torno de la pluma o de la tecla; y más en mi caso, donde en la sensual maraña que conforman mis evocaciones viven entremezclados las caricias de Laura con los besos de Eva, las miradas de Sandra con la voz de Lucía.
Por último, quiero manifestar que herir sensibilidades no figura entre mis propósitos. Si esto sucediera (ante la primera insinuación, el primer desnudo, la primera unión de los cuerpos…) pásese página y vayan mis disculpas por adelantado.

3 comentarios:

  1. Bienvenido Macho-Man, pero que te quede claro que si te hemos invitado a participar de manera más o menos continuada es para que nos desveles tus hazañas y no para que te justifiques o te disculpes como has hecho hoy. Así que venga, cuenta, cuenta...

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  2. Mucho ruido pero pocas nueces....macho al final no has contado nada.....has ocupado un montón de líneas justificándote, no te justifiques tanto y al grano

    Maya

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  3. No había leído el comentario previo pero parece que estamosde acuerdo....queremos mas chicha
    Maya

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